La objetividad saqueada
Aporte para comprender los motivos de la decadencia
socio-institucional argentina
Lo sucedido en Córdoba y Tucumán, entre otras provincias y localidades bonaerenses, fue demasiado doloroso y evidente como para dejarlo pasar inadvertido. En estos días mucho se ha hablado desde los medios de comunicación acerca del motivo originario de los saqueos. Periodistas, funcionarios de gobierno, dirigentes opositores, todos han manifestado sus opiniones de una manera sesgada, tendenciosa y simplista.
Algunos de sus argumentos: que estamos frente a otro intento destituyente contra el gobierno popular de Cristina, que el hambre hace mella en la población y el pueblo tuvo la necesidad de salir a abastecerse ante la imposibilidad de comprar alimentos con su propio dinero, que toda la responsabilidad es de la mala gestión de un gobierno provincial que no tiene la capacidad para administrar sus recursos, que toda la culpa es del gobierno nacional por el desmanejo de la economía y de la irresponsable actitud de un jefe de gabinete que mostraba su celular ante los medios de prensa en vez de ocuparse de mandar gendarmes a Córdoba.
Caer en reducciones simplistas que pasan a formar parte de un relato político subjetivo y delirante se ha transformado en deporte nacional en estos últimos años.
La complejidad y responsabilidad con la que necesitan analizarse los tristes acontecimientos de los últimos días, son similares a la responsabilidad y unidad con la que debemos caminar en conjunto como sociedad para resolver el quiebre socio-institucional que sufrimos los argentinos, dejando atrás los relatos cuasi inverosímiles en los que se ven envueltos los sectores responsables de gobernar, de generar alternativas de gobierno y aquellos sectores responsables de formar opinión en el conjunto de la sociedad.
Volviendo al tema de los saqueos, entiendo que estos han sucedido posibilitados por una peligrosa matriz que se ha ido configurando en los últimos años. Dentro de dicha matriz, confluyen los siguientes componentes los cuales estamos obligados a trabajar en conjunto como sociedad para ir desactivándolos de manera urgente:
La cuestión institucional: la fortaleza de las instituciones en un país democrático reside en la credibilidad que el pueblo deposita en las mismas para ordenar y organizar a la sociedad en su conjunto. Dicha credibilidad se construye en base a algunos principios que deberían ser respetados a rajatabla por el conjunto de las instituciones de un pais democrático: coherencia, transparencia, diálogo, cercanía con el pueblo. Hagan un breve repaso antes de continuar leyendo cuantas de las instituciones más relevantes de nuestro país ( poder ejecutivo, legislativo, judicial, sindicatos, iglesia, colegios de profesionales, cámaras empresarias, etc) vienen respetando estos principios.
La cuestión social: dicha cuestión se ve reflejada claramente en el abandono y utilización de los sectores pobres y marginales de nuestra sociedad en los últimos 30 años. Cuando las políticas públicas no llegan a los sectores con más necesidades, cuando estos sectores son utilizados solo con fines políticos, se crea una profunda brecha social la cuál es muy bien aprovechada por aquellos grupos mafiosos que utilizan el odio y la marginalidad como punta de lanza de sus emprendimientos delictivos. El claro ejemplo de esto se ve reflejado en como el narcotráfico utiliza a dichos sectores en sus negocios ilegales. Ante la ausencia del estado, son ellos quienes se transforman en benefactores, protectores y dadores de “trabajo”. Ante la ausencia del estado son los grupos marginales quienes arman verdaderos ejércitos preparados para el delito. A fin de cuentas, y poniéndonos en la cabeza de alguno de los tantos chicos o padres de familia de cualquier sector marginal de nuestro país, pensarían: “ tiene derecho el estado de exigirme ciertas pautas de comportamiento si estoy solo y abandonado quedando a la espera de las “dadivas” del funcionario de turno ? Si durante décadas me hicieron sentir ser un excluido social, como no voy a poner mi cuerpo y mi trabajo al servicio de la gente que me da un “lugar” en este mundo ? “ … Asi el abandono del estado hacia los sectores mas necesitados se transforma en exclusión social, y los socialmente excluidos se transforman en grupos potencialmente “utilizables” por quienes regentean el delito.
La cuestión económica: A esta altura nadie puede negar la degradación que fue sufriendo el tejido social argentino en los últimos años a causa, entre otras cosas, de la inflación, la cuál en la última medición anual se ubica cercana al 30%. El oficialismo podrá sostener que los acuerdos salariales que negocian los sindicatos van acompasados a la inflación, pero no puede negar que los sectores informales de la economía argentina ( reconocidos en la última medición del INDEC que representan al 34,6% de la economía ) no tienen protección alguna ante este mal que va erosionando lentamente el salario de todos los trabajadores y asalariados. Párrafo aparte merecen los formadores de precios y los monopolios empresariales que, lejos de ceder en épocas de crisis a una menor ganancia, buscan aumentar las mismas. El mismo papel erosivo juega la matriz impositiva regresiva que ningún gobierno de turno se ha animado a modificar. Es innegable que el factor económico juega un papel fundamental en el descontento social y es una de las principales causas en el entendimiento de esta preocupante matriz de decadencia socio-institucional que viene manifestándose y creciendo en nuestro país durante las últimas décadas.
La especulación de la política: En este punto es donde todos los funcionarios de gobierno y dirigentes opositores tienen cierto grado de responsabilidad. La gran mayoría de los gobernantes de nuestro país utilizan a la gente como si fuesen “peones” en un nefasto tablero de ajedrez. Juegan con la vida de la gente. Las manifestaciones sociales parecerían ser entendidas como hechos ajenos a la realidad, manipulables y en todo caso si se desmadran se les endilga sus consecuencias al enemigo político de turno. Se “tiran” los muertos. Nadie se hace cargo. Los hechos suceden y se ve a los funcionarios de turno, provinciales y nacionales echarse culpas por los medios de comunicación, o dirigentes opositores haciendo análisis sesgados sin llegar a comprender la responsabilidad que tienen las palabras que salen de sus bocas… miles de ciudadanos los siguen, los escuchan y si destilan odio, contagian odio. Si parcializan sus discursos son responsables de no generar aquellas ideas superadoras que logren aportar soluciones a los momentos candentes. En definitiva, la especulación política se transforma en inacción, la inacción se transforma en ausencia de estado.
La mercantilización de la política: planes sociales que son otorgados solo a quienes estén dispuestos a aportar y participar del “proyecto”… mas que derechos ciudadanos las ayudas sociales que brinda el estado muchas veces se transforman en “salarios” pagados por obedecer a tal o cual puntero político. “ Si no venís, no cobrás” “ te retengo la tarjeta social yo cobro por vos y el 50% se lo lleva la orga”… quien duda que en los saqueos de los últimos días hayan participado también grupos manejados por punteros ? La historia reciente nos exime de dar mas ejemplos esclarecedores de este mal que aqueja a la política argentina desde hace décadas.
La impunidad: es el velo protector del delito. La impunidad es la posibilidad que el poder le da a los delincuentes de estar al margen de la ley. La impunidad vuelve “normales” actividades delictivas como ser lavado de dinero, narcotráfico, corrupción. La impunidad es la hermana gemela de la corrupción. La corrupción mata. Y en esto de garantizar impunidad el gobierno nacional es campeón mundial. La reciente suspensión del Fiscal Campagnoli por investigar a Lazaro Baez, la protección a funcionarios sospechados de actos de corrupción como lo es claramente el caso del actual Vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, la sanción de leyes que posibilitan el ingreso de capitales desde el exterior sin verificar el origen de los mismos, etc. En definitiva, la impunidad, en este caso, fue factor determinante para el accionar de aquellos grupos organizados que salieron a saquear en distintas Provincias de nuestro País.
La violencia colectiva: podemos definirla… es el uso de la violencia como instrumento por parte de personas que se identifican a si mismas como miembros de un grupo (transitorio o con una identidad permanente) contra otro grupo o conjunto de individuos, para lograr objetivos políticos, económicos o sociales. Si bien es cierto que no hemos llegado a los extremos de los grupos armados delictivos que operan en algunos países de Centroamérica, si es cierto que es preocupante que la violencia colectiva comience a ser utilizada cada vez con mas frecuencia en algunos sectores de la sociedad argentina.
La cuestión policial: desde 1983 a la fecha, la política se ha desentendido de la seguridad pública, ha dejado su conducción en manos de las cúpulas policiales, fundamentalmente por incapacidad, apatía o bien por temor a que se vincule a los dirigentes de turno con el abuso de las fuerzas represivas y no con la que debería ser la principal función de la institución policial: la prevención del delito. Consecuencia ? La policía se transformó en la institución reguladora del delito. Los vecinos de cada barrio saben donde se vende droga, donde se ejerce ilegalmente la prostitución, donde se desarman vehículos robados. Ello se debe a que los mencionados delitos son “regulados” por la institución policial, esta regulación supone entonces una forma compleja de protección estatal a ciertos “emprendimientos delictivos” cuyo objetivo final es hacer “caja”. La corrupción presente otra vez. Todos hemos escuchado hablar de las famosas “zonas liberadas” o los terribles casos donde el servicio penitenciario federal deja escapar delincuentes condenados para hacer determinados “trabajos” delictivos. Quien duda entonces que en los tristes sucesos de los últimos días ciertos sectores de la policía acuartelada no haya instigado al saqueo a aquellos grupos que “regula” para generar un apriete institucional a los gobiernos provinciales y nacional ?
Cual es la salida ? Encontrar la salida a semejante atolladero todavía es posible. En primer lugar, todos aquellos que ocupamos un lugar de privilegio en la sociedad ( x educación y posición socio-económica ) debemos hacer un esfuerzo responsable para entender lo complejo y perverso de la matriz socio-institucional que hemos ayudado ( con distintos grados de responsabilidad ) a construir… y una vez hecho ese diagnóstico despojado de mezquindades y de análisis sesgados o que solo sirvan para construir relatos parciales de la realidad de acuerdo a la conveniencias sectoriales, es necesario entender que la reconstrucción de las normas de convivencia en una sociedad es responsabilidad de todos, producto de un trabajo colectivo a largo plazo, dejando la individualidad de lado, poniendo nuestras ideas de manera abierta y desinteresada a los efectos de ayudar a la reconstrucción de las instituciones que nos gobiernan y a la reconstrucción de un tejido social justo e igualitario.
Seba Fernández. Diciembre 2013.