La Grieta
En días de tanta provocación y agresión sin sentido, tanto fanatismo y posiciones políticas irreductibles en la dirigencia y en la ciudadanía en general, voy a intentar encontrarle una definición que nos ayude a comprender esa palabra tan de moda y que tanto daño nos viene causando a todos los argentinos en nuestra evolución consciente como nación.
La palabra “grieta” comienza a escucharse allá por principios de 2008, en el recordado conflicto con el campo o también denominado conflicto de la resolución 125. Desde el discurso del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner comenzó a construirse una ficticia división del pueblo argentino para ser utilizada con claros fines políticos ya que hasta dicho conflicto el campo era uno de los principales motores de la economía argentina, aprovechado por el resto de los sectores socio-económicos de la nación, incluyendo claro está, al poder ejecutivo nacional.
Podemos deducir entonces que dicha grieta no fue una manifestación genuina de división alguna que surgiese de las bases de nuestra sociedad, sino que fue construida desde el poder y alimentada por los medios de comunicación. Dicha grieta construida con fines políticos está basada en el pensamiento filosófico y político del alemán Carl Shmitt al que podríamos resumir en la siguiente frase: “El enemigo es simplemente el otro que está en contra de mi posición”.
En esta ocasión, “la grieta” como cruel y ya utilizada forma de hacer política (Argentina conoce varias grietas construidas en el siglo pasado y muchas de ellas siguen arrastrando consecuencias dolorosas y negativas hasta nuestros días), estaba representada por dos bandos: la “oligarquía agraria” y algunos grupos empresarios como el Grupo Clarín y el diario La Nación, quienes querían generar las condiciones necesarias para dar un “golpe de estado“ y derribar al gobierno constitucionalmente elegido por los argentinos, y por otro lado un gobierno “nacional y popular” que defendía solo y exclusivamente los intereses del pueblo argentino.
Fue así como esta “grieta”, inaugurada y construida desde el poder a partir del año 2008, sostenida por los medios de comunicación y difundida de manera muy pasional por gran parte de la ciudadanía, ha llegado tristemente a nuestros días. Hoy solo han cambiado el gobierno de turno, el relato y los actores de esta supuesta guerra que nunca existió ni existe en la realidad. Hoy el relato de la grieta parecería enfrentar en el campo de batalla a la “honesta, trabajadora y republicana clase media y alta de la Argentina“ contra el “kirchne-peronismo corrupto y grupos piqueteros que se movilizan gracias al poder de los choripanes y planes sociales“.
En ambas supuestas “batallas”, la construcción de los “relatos” y “partes de guerra” se dan desde las usinas de poder y se diseminan como reguero de pólvora por los medios de comunicación. En ambas supuestas “batallas” se pretendió y se pretende enfrentar al pueblo en dos hipotéticas e irreconciliables posiciones antagónicas. En ambas supuestas “batallas” los gobiernos se escudan en tales “luchas patrióticas“ contra el villano de turno, y así aprovechar para no colocar en agenda pública y de cara a la sociedad los verdaderos temas que hacen al desarrollo y crecimiento de una nación: economía, educación, salud, vivienda, medio ambiente, etc.
Para conocer un poco más acerca de la teoría “amigo vs enemigo” de Carl Shmitt que da origen a esta forma de hacer política, podemos decir que la misma entiende la “acción política” como “decisión” que debe tener la talla de producir un “mito” que comprometa a los individuos y dicha producción artificial sólo puede resultar de la guerra; así se van construyendo lentamente los enemigos, el campo de batalla y finalmente la tan ansiada guerra donde nuestro “héroe mitológico” se enfrenta a nuestro villano de turno. Según su teoría, el poder real (aquel que nunca se da a conocer en el relato de la guerra) se descubre en situación de excepción conservando así la capacidad de decisión total, y no de acuerdo con la división constitucional de poderes. Así Shmitt criticó el individualismo subyacente a la democracia, al considerar que el pueblo era propiamente masa, que adquiría una identidad por adhesión a un líder carismático, y por enfrentamiento al “enemigo” que se establecía por decisión arbitraria del líder.
Siguiendo con la mencionada teoría, el significado de la distinción de amigo o enemigo surge de indicar el extremo grado de apoyo a la gravedad de la “causa” contra la que se lucha, que puede subsistir teórica y prácticamente sin que, al mismo tiempo, deban ser utilizadas otras distinciones morales, estéticas, económicas, etc., porque el enemigo es simplemente el otro que está en contra de mi posición.
La guerra procede de la enemistad dada por la gravedad de aquello tan “puro” que poseo y que peligrosamente amenaza nuestro enemigo. En este sentido, la guerra no es entendida por Schmitt como la extensión pura de la política por otros medios como señalaba Clausewitz, sino como el presupuesto presente que determina el pensamiento y la acción.
Es decir, la guerra es la política, lo político no existe sin el enemigo y sin la guerra, y la desaparición del enemigo marcaría el fin de la política. Considera que el Estado Absolutista es el único capaz de ejercer el monopolio de lo político y con ello de pacificar a la nación.
Por último, y habiendo comprendido un poco más acerca del origen político de la “grieta” me animo a dejar una pregunta, solo a modo de reflexión silenciosa con ese YO que nunca miente. ¿Existe proceso socio-político en el mundo que haya salido adelante y en paz de semejante tensión? Es hora de dejarnos de buscar enemigos afuera y comprender que TODOS los actores sociales y políticos de nuestro país son necesarios para construir una nación próspera y en paz. Todos tenemos una fichita del rompecabezas, nadie lo completa por sí solo.
Seba Fernández. Marzo 2017.