El corazón, el órgano de la percepción espiritual
Para el HINDUISMO El corazón es la morada del Ser Supremo, la cueva de la divinidad y el ojo para ver el mundo del espíritu.
Son numerosas las tradiciones que coinciden en que el corazón es un centro de percepción, cuya sutileza y cuyo poder magnético e intuitivo es en muchos aspectos superior al cerebro.
En el sufismo se habla del “ojo del corazón” que es el órgano capaz de percibir la realidad espiritual, ligado también a la imaginación.
René Guénon traza interesantes analogías, incluso etimológicas, entre el corazón y las cuevas; siendo la cueva el lugar donde se realizan las iniciaciones y también una especie de útero ligado a los procesos embrionarios; el corazón también es una cueva, en forma y función espiritual: es el lugar o templo de la iniciación, donde muere el ser individual y nace el alma liberada de la ilusión del ego, el Cristo o Buda interno, justamente en el recinto más íntimo del ser. Este espacio del corazón, amplía Guénon, es también la “Paz del Vacío” o “la Gran Paz” (Es-Sakinah) del esoterismo islámico, la cual se experimenta como la presencia de la divinidad –Dios se hace manifiesto en el corazón, esta es su “shekinah” (la divina presencia o divina morada que tiene un aspecto femenino en el misticismo judío). La cavidad infinita que en el yoga se llama “hrid-akasha”.
En el budismo el corazón es considerado el lugar donde el Buda erige su trono y es asociado con el loto: esto significa el asiento de la pureza o de la mente original. Escribe Chogyam Trungpa en su libro The Heart of Buddha: “La transición del conocimiento a la sabiduría no es simplemente adquirir conocimiento y súbitamente volverse sabios. La definición de sabiduría es que uno intuitivamente sabe todo desde un principio; esto es independiente de amasar información”. Trungpa dice que para hacer esto es necesario convertirse en un meditador y así encontrar compasión o calidez, que es la energía que transforma el conocimiento en sabiduría.
El traductor de textos sánscritos, como el Yogasutra de Patanjali, y estudioso del tantrismo, Georg Feurstein señala:
En las tradiciones espirituales de la India, como en otras, el “corazón” se refiere no tanto a un órgano físico como a una estructura psicoespiritual correspondiente al músculo del corazón en el plano material. Este corazón espiritual es celebrado por yogins y místicos como el asiento del SER trascendental. Se le llama “hrid”, “hridaya” o “hrit padma” (loto corazón). Usualmente se refiere a él como la cueva secreta (guha) en la que el yogin debe someter su mente. En algunas escuelas, como en el shivaísmo de Cachemira, la palabra hridaya aplica también a la Realidad última.
En las tradiciones más esotéricas del yoga se enseña que el proceso de elevar la Kundalini-Shakti a la corona para unirse con la conciencia divina (Shiva) no es el final del yoga ya que esta operación que produce el néctar de la energía de la iluminación debe desembocar en el corazón, la verdadera morada del SER.
Esta noción del corazón como la guarida del SER es al menos tan antigua como los Upanishads, los grandes textos filosóficos del bosque que se desprenden de los Vedas. En el Chandogya Upanishad se dice:
Tan grande como el infinito espacio exterior es el espacio dentro del loto del corazón. El cielo como la tierra están contenidos en este espacio interno, el fuego y el aire, el sol y la luna, el relámpago y las estrellas. Lo sepamos o no en este mundo, todo está contenido en este espacio interno. […]
El SER está escondido en el loto del corazón. Aquellos que se ven a sí mismos en todos los demás van entrando cada día al mundo del Brahman escondido en el corazón, Estableciéndose en paz, se alzan por encima de la conciencia corporal hacia la suprema luz del Ser. Inmortal y libre de temor, este Ser es el Brahman, llamado Verdad. Más allá de lo mortal e inmortal, unifica ambos mundos. Aquellos que conocen esto experimentan en vida diariamente el cielo.
Así tenemos que dentro del microcosmos del cuerpo el corazón es el cielo, es el Sol, pero también la morada más íntima de la divinidad, de aquello que es infinito que se afianza en la cavidad central como por una doctrina de signaturas. Manly P. Hall en su texto Cristo Místico escribe:
Conocer con la mente depende de un paciente arreglo de fragmentos en patrones. Conocer con el corazón es una inmediata apercepción de principios. Nos podemos preguntar si es posible poseer la verdad sin el laborioso proceso de análisis y cálculo. El misticismo afirma que la verdad no puede ser poseída siquiera por la mente. Por una virtud peculiar a sí mismo, sin embargo, el corazón puede ser poseído por la verdad. Crecemos, no pidiendo más, sino aceptando. Esta gradual transformación es revelada de forma hermosa por la Cantar de los Cantares en el que Salomón primero canta “mi amante es mía”, luego “mi amada es mía y yo soy de mi amada” y finalmente el rey dice “Yo soy de mi amada”. Esto marca una moción de la conciencia mística “hacia la perfección de la renuncia” de la entrega total.
Pero es quizás el esoterista francés René Schwaller de Lubicz quien más ha profundizado en este tema. Según este gran alquimista (el gran benefactor de Fulcanelli) los antiguos egipcios desarrollaron una ciencia sagrada basada en la percepción de los principios universales (neters) utilizando una inteligencia no-cerebral que situaba en el corazón, la cual era capaz de acceder directamente, como por una sintonía o una radiación de la esencia, a la naturaleza última de las cosas. La “Inteligencia del Corazón” para Schwaller es algo así como ese espacio cognitivo puro que está en contacto y comunión con la totalidad implicada de la Creación y por ello, cuando se eliminan los filtros e impurezas, es capaz de saber todas las cosas. Dice Schwaller:
Existe una Ciencia Sagrada y desde hace milenios y milenios innumerables curiosos han intentado en vano penetrar sus “secretos”. Como si, con un pico, quisieran cavar un agujero en el mar. El instrumento debe ser el adecuado. Sólo se encuentra el Espíritu con el Espíritu y el Esoterismo es el aspecto espiritual del Mundo, inaccesible a la inteligencia cerebral. […]
A la inteligencia cerebral le es imposible concebir una abstracción sin definirla a través de una imagen concreta. Hay que estar atento para no confundir los momentos de inteligencia cerebral con los momentos de la Inteligencia del Corazón. Volveremos sobre ello. Siendo el origen del Universo una misma y única fuente “energética”, hay, debido a esta paternidad, una comunión entre todas las cosas del Mundo. Hay un parentesco entre un mineral determinado,un vegetal, un animal y un hombre, que formará entre ellos un lazo de “naturaleza semejante” porque en último término solo hay una serie simple de caracteres básicos de donde, por agrupamientos, nacen innumerables posibilidades, y éstas se clasifican en grandes familias con sus correspondientes subagrupamientos.[…]
Con el término “Inteligencia del Corazón”, empleado por los antiguos egipcios, designamos aquel aspecto del hombre que nos permite ir más allá de nuestra limitación animal y que constituye la característica necesaria del hombre humano para dirigirse hacia el Hombre Divino, es decir, el despertar de este principio Original que dormita en cada ser humano animado… El todo, constituido de esta manera en un ser vivo, completo, es un lenguaje que habla, que se expresa sin cesar en la función viva, representando la base de la Inteligencia del Corazón, o sea, el hecho que mantiene relación con toda la Naturaleza y por consiguiente la CONOCE.