Economía, ecología y buen vivir
¿Podemos como colectivo redefinir la palabra “economía”? ¿Nos animamos a transformar nuestra visión sobre ella? ¿Por qué la actual visión de la economía nos habla de escasez y genera una desesperación en los individuos por acumular mas y mas? A esta altura resulta indispensable lograr transformar nuestro pensar y sentir respecto de la economía y nuestra forma/modo de vida si queremos evolucionar como colectivo humano.
Como primer paso en dicha dirección, volver a reconocernos parte de un todo con la tierra y el universo es un paso fundamental para poder cambiar nuestra realidad y evolucionar. Bajo esta creencia de unidad, economía y ecología son lo mismo.
El erróneo desapego del hombre con su entorno en este ciclo evolutivo de la humanidad, q podríamos denominar «ciclo darwinista / materialista» dio lugar a peligrosos defectos de cómo estamos gestionando nuestra economía hasta el día de hoy, llevándonos a pensar que dinero es sinónimo de riqueza.
Nuestra riqueza monetaria surge a partir de la energía solar, que sustenta el crecimiento de todas las formas de vida de nuestra biósfera; es una riqueza derivada de los recursos finitos de la madre Tierra. Además la palabra «riqueza» deriva del término «weal» que en inglés significa bienestar. ¿Cuantas personas conoces que tienen mucho dinero y sin embargo no tienen «bienestar» ?
Una de las consecuencias directas de este cambio de visión/paradigma acerca de la economía es la forma en la que vivimos y nuestros objetivos de vida. Resulta interesante profundizar en el concepto de “Buen vivir” o “Sumak Kawsay” para complementar dicha visión y transformación de nuestra economía.
La filosofía del buen vivir propone, según Alberto Acosta, “sociedades sustentadas en una vida armónica del ser humano consigo mismo, con sus congéneres y con la naturaleza, porque todos somos naturaleza y solo existimos a partir del otro. A diferencia del mundo del consumismo y de la competencia extrema, lo que se pretende es construir sociedades en las que lo individual y lo colectivo coexistan en complementariedad entre sí y en armonía con la naturaleza, y en las que la racionalidad económica se reconcilie con la ética y el sentido común (…) En tanto planteamiento holístico, es preciso comprender la diversidad de elementos a los que están condicionadas las acciones humanas que propician el buen vivir, como son el conocimiento, los códigos de conducta ética y espiritual en la relación con el entorno, los valores humanos y la visión de futuro, entre otros. El buen vivir, en definitiva, constituye una categoría central de la filosofía de vida de las sociedades indígenas”.
Es importantísimo «barajar y dar de nuevo» rompiendo creencias, paradigmas, temores y estructuras que actualmente llevamos incorporadas para darle lugar a lo nuevo. De eso se trata construir un nuevo paradigma. Debemos evolucionar para no seguir comiéndonos nuestra propia cola, como el Ouroboros.
Seba Fernandez – Febrero 2018.